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"No hay luz sin llamas":
Tal como lo expresara
Albert Camus en casi esta metáfora de transformación.
Desde el Homo Erectus hasta nuestros días la llama se mantiene
encendida; con el propósito de iluminar, irradiar calor y
transformar la materia; otorgando antes a quien la poseía,
el poder de la supervivencia, y ahora el de la evolución.
Durante milenios el fuego fue usado para: eliminar los hechizos;
fertilizar los campos; como fogata para despedirse de los
recuerdos; soplar las velitas en cada aniversario; cenas románticas
a la luz de la lamparilla; cirios con los que despedimos a
nuestros muertos queridos; homenaje que le ofrecemos a nuestros
músicos en los recitales y en montón de situaciones más. El
fuego nos representa desde lo simbólico, el impulso vital,
el calor metabólico, la libido, la pasión, el corazón, lo
sexual, el instinto, etc.; pero lo más importante quizás es
que despierta una intensa reacción emocional, difícil de explicar
con palabras. Así como desde lo concreto transforma la materia;
también desde lo sutil lo hace con el material innecesario
y a eliminar de nuestra psiquis.
El fuego es una verdadera experiencia interior, estableciendo
un puente entre la conciencia y el inconciente personal que
comprende sus orígenes desde el colectivo. La llama interior
nos hace presente al espíritu; la iluminación nos da cuenta
de una inteligencia superior; el infierno se nos presenta
como la última posibilidad de entendimiento y desde su aspecto
destructivo, se lo puede asociar con la muerte, agente de
purificación y regeneración.
Por tales motivos, la imagen del fuego, suscita en nuestro
inconciente la destrucción de lo negativo, preparándonos para
la experiencia renacedora del cambio.
Si podemos comprender verdaderamente el alcance de la tan
repetida frase de la entrada al Templo de Delfos: "Como es
adentro es afuera"; seguramente también entenderemos el valor
sanador de esta imagen. Cuando decidamos prender una vela
con la intención de efectuar un pedido, mostrar un agradecimiento
o armonizar un ambiente; no lo hagamos desde la vorágine de
la rutina, detengámonos a mirar esa llama y aprovechemos a
proyectarle todos nuestros miedos, inseguridades y emociones
negativas. El poder transmutador del fuego se encargará con
su luz de enviar las órdenes correspondientes a nuestra mente
inconciente para que esto así suceda.
Quememos todas y cada una de nuestras limitaciones; obteniendo
así, una energía mas equilibrada; regalémonos el permiso con
cierta periodicidad para detenernos en la observación de este
símbolo, en lo concreto y también en la imaginación por medio
del poder creativo de las visualizaciones. Imaginémonos en
nuestras ensoñaciones que hacemos una gran fogata en donde
le damos fin a todo aquello que nos daña; disfrutemos luego,
de la inmensa calma que nos produjo deshacernos de ellos,
liberando esa energía que allí estaba comprimida, para una
mejor y saludable empresa. Esto es maravillosamente liberador
y generador de bienestar. Te invito a que lo pongas en práctica,
y aquí te esperamos, desde la certeza de su utilidad y desde
el deseo de compartir contigo éste y muchos otros conocimientos
para colaborar con tu crecimiento personal.
Autora:
Marcela en exclusiva para © hechizos.info | Copyright - Todos
los derechos reservados
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